
Nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar
Emile Zola
A los humanos nos fascina viajar. Mental o físicamente, escapar a otros lugares. Buscar la aventura. Buscar lo desconocido. Queremos ver nuevos lugares, aprender cosas nuevas, disfrutar de nuevas experiencias y luego regresar a nuestros hogares, antes de emprender un nuevo viaje.

Este comportamiento de partida-retorno tiene sus orígenes, desde que somos bebés y nos atrevemos a alejarnos una distancia corta y luego regresar a nuestros padres, moverse un poco más lejos y regresar, hasta que en distancias medibles exploramos el entorno que nos rodea y que tenemos el coraje de ir más allá.
Este puede ser el primer viaje simbólico: la primera salida, la primera expedición y el posible comienzo del error de viaje para aquellos para quienes su primer viaje independiente fue exitoso.
Con estos primeros pasos independientes lejos de la presencia paterna se encuentra el deseo recurrente de llegar más allá de los límites actuales del espacio y las relaciones.
Y mira lo que está más lejos. Y aún más para ver lo que no se ve, lo que está a la vuelta de la esquina, en la habitación de al lado y, finalmente, en el otro lado de nuestro mundo geográfico o psicológico. Esta es una necesidad humana. Es por eso que hemos descubierto nuestro mundo, hemos viajado a lo largo, hemos caminado hasta la cima de sus montañas y la profundidad de sus océanos. Es por eso que nos sentimos descontentos con la exploración de nuestra propia planta, pero tuvimos que ir más allá hacia lo desconocido. Es por eso que, como nos recuerda el poeta TS Eliot, “no dejaremos de explorar”.
Es nuestra naturaleza viajar. Es nuestra alegría viajar. Es nuestra disposición psicológica paradójica desear las condiciones contradictorias de estabilidad y cambio: quedarse y ir, ser y explorar, descansar y viajar sin cesar.
Viajar es más que ir a alguna parte. Es un acontecimiento psicológico. Requiere motivación e imaginación. Comienza en la infancia con vacilantes primeros pasos y con imaginación encendida por los cuentos de “hace mucho, mucho tiempo en una tierra lejana”.
Salimos de estas fantasías de la infancia decididas a cruzar los océanos, a encontrar esas tierras lejanas, los personajes que contienen y la magia que poseen. Decididos a encontrar las aventuras que prometen y la posibilidad de regresar a casa triunfantes con trofeos, habiendo vencido todo miedo, superando todos los obstáculos y viviendo felices todos los días.